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Claudio Daniel Coto, de 62 años, nacido en Banfield y vecino de San Isidro, fue detenido esta semana en una casa de alquiler temporal en Martínez, acusado de ser el jefe de una temible banda de secuestradores que capturó a empresarios y sus familiares durante los últimos dos años, con botines pretendidos de hasta tres millones de dólares.
Según las crónicas policiales, sus ataques, planeados durante meses, tenían un nivel de logística y ferocidad fuera de lo común para el hampa de hoy. Pero lo que apenas apareció insinuado en la información que trascendió a nivel nacional es el prontuario delictivo de Coto en Concordia, ciudad donde la policía y la Justicia consiguieron ponerlo a raya, al extremo de que fue condenado. Aunque, obvio, su itinerario delictivo siguió como si nada.

Coto tenía una estrecha relación con empresarios de la noche concordiense y, quizá por ello, eligió la ciudad para algunos de sus raids delictivos. Una investigación judicial a cargo del fiscal Mario Guerrero, logró establecer que durante el año 2014 y 2017, un grupo de personas integrado por varones y mujeres, liderado por Claudio Daniel Coto, todos con domicilio en Buenos Aires, ingresaron mediante la modalidad “boquete”, y en muchos casos abrieron cajas fuertes, sustrayendo monedas extranjeras y oro en varios locales.

Coto se alojaba en costosos hoteles, se movía en autos de alta gama y era propietario de departamentos, flotas de autos de alquiler, hoteles, yates y vivía en un country de la zona de San Isidro.

La zona en que su banda perpetró los robos fue el micro centro, inclusive en la propia peatonal. No solamente Coto tenía información precisa de los lugares a los que iba a ingresar, sino que también contaba con altos conocimiento en los sistemas de alarmas y en la apertura de cajas fuertes sin corte.

El trabajo de la fiscalía y de un pequeño grupo de policías, que contaron con el apoyo del Área del Crimen Organizado de la P.F.A., logró identificar y reunir las pruebas contra Matías Jorge; Damián Fiorentino; Facundo Fiorentino; Brian Emanuel Pacheco Gómez; Gabriel Alfredo Morales; Cáceres Rosa Cristina y Gisela Rodríguez, quienes cumplían diferentes funciones dentro de la banda, respondiendo en todo momento a su líder, Claudio Coto.

Los integrantes de la banda fueron condenados en diferentes instancias. El mismo Coto estuvo detenido en Concordia por algunos meses, hasta que a fines del año 2.021 tuvo una condena ante la Sala Penal y otra en la provincia de Buenos Aires por documentos falsos. Como era de imaginar, apeló y por eso estaba en libertad cuando fue apresado en Martínez y su figura cobró resonancia nacional.

De los boquetes al “casting” para secuestros

Surge de su historial que Coto sabe diversificar las actividades delictivas. De los robos con boquetes en Concordia pasó a secuestros extorsivos. O quizá se dedicó a ambos rubros simultáneamente, en diferentes lugares.

Según relata Infobae, Coto y su banda “revivieron un viejo estilo de secuestros: capturas de largo aliento, negociaciones agónicas y un tormento de desgaste”.

Coto, que acumula una millonaria deuda reciente con un banco, se encuentra registrado en los negocios de taxis y remisería de la AFIP. En 2009, conformó dos empresas dedicadas al rubro, primero con una mujer con la que compartía domicilio en Palermo. Las empresas parecen simples cáscaras en el Boletín Oficial. No hay números de CUIT o cuentas bancarias ligadas a estos negocios, tal vez difuntos, tal vez un frente para actividades ilegales.

Después, está toda su vida en el hampa. En la banda de secuestradores, Coto se dedicaba a un rol clave: el casting, la selección de víctimas.

Un funcionario judicial acostumbrado a perseguirlo lo define así, como un veterano del choreo, con clase: “Vivía en San Isidro, perfil de empresario. Es un tipo bien educado, de camisa y jean, que se expresa bien. Estafador, falsificador, secuestrador, ladrón a mano armada. Un tipo grande, pensante, vivió en Camino Real. No cualquiera”.

En su BMW

Volviendo a sus andanzas en Concordia, una foto documenta su “señorial andar” a bordo de un vehículo acorde a su pomposo estilo de vida, un BMW blanco, del que descendió momentos antes de perpetrar un robo en esa zona.

La presencia de Coto en tierras concordienses refuerza la hipótesis de que el “crimen organizado” ha sentado sus reales en la ciudad, algo que fuera denunciado por el intendente Francisco Azcué, tanto en sus tiempos como fiscal como luego en campaña electoral.

Ello quiere decir que muchas acciones delictivas, que podrían parecer aisladas, en las que se roba y se trafica drogas y armas, están conectadas entre sí y son acometidas por organizaciones que crecen en su nivel de preparación, de sofisticación y con vínculos con grandes centros urganos, en abierto desafío a los limitados medios de que disponen tanto la Justicia como las fuerzas de seguridad.

Fuente: El Entre Ríos