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Las despedidas siempre son duras y en este caso, es un momento muy sensible para una persona como Jorge Roberto González, más conocido como “Gonzalito”, quien por más de treinta años alegró a niños, adolescentes y jóvenes con la reconocida “Lanchita”, con la que paseaba por la ciudad alegrando a su paso a transeúntes y a quienes viajaban en el mencionado vehículo.
Una disposición e intimación que le llegó a su hogar, le impide continuar con ese trabajo con el que además mantenía a su familia y a quienes trabajaban con él, pero en su bonhomía prefirió no dar nombre de quien mandó la intimación y acatar la medida.
Lo concreto es que “Gonzalito” ya no paseará por la ciudad con su “Lanchita”, aunque destacó que aún le quedaban ganas a él y a su vehículo para seguir realizando viajes imaginarios con la ilusión de los chicos.
La “lanchita” será desmontada y entre esas maderas quedarán infinidad de historias que marcaron una etapa de la ciudad.
“Naturalmente como todo tiene un inicio y un final -expresó “Gonzalito”- este es el final de este vehículo recreativo, el final de una parte de la historia de Concordia que se denominó la lanchita terrestre de pasear niños.
Este vehículo que inventé en el año 90 -continuó- con obra, diseño, creación, todo por mis manos, que anduvo treinta años incluyendo el Trencito de la alegría, que es con lo que empecé, de manera tal que paseó a niños que hoy son hombres de 37, 40 años -reseñó- hizo viajes de distintas maneras también, viajes lindos además, como despedidas de solteras, también festejando los 50 años de casados, las bodas de oro de los abuelos paseando con los hijos.
Viajes de todo tipo, sin errores, me refiero con sin errores a que nunca tuvimos un problema, un inconveniente, ningún incidente en la calle, con respeto y respetando, este es el final, llegó el momento de desarmarla porque ya fue, aunque esperábamos la oportunidad de ver si seguíamos”, reflexionó esperanzado.
“Tengo que fundamentar que hace dos años me llegó una intimación que no hubiera querido que pase, una intimación al único vehículo que repartía algarabía para los niños, y que tenía que dejar de funcionar por esa intimación, sin nombrar quién la envío”, destacó Gonzalito.
Respecto a lo que le dejaron estos treinta años de alegría, sostuvo: “Valoro mucho la estima que conseguí por ser como soy, respetuoso, educado, cordial, gentil, que son atributos que uno tiene que tener en la vida.
Creo que gané la estima, el respeto y la ayuda de la familia de Concordia, agradeciendo a mi familia propia; destacando la confianza que depositaron en mí al confiarme algo tan preciado como son los hijos, y tengo que manifestar que agradezco todo eso y el aval que me dieron como el Diario, a quien visitaba siempre y a los jardines de infantes que también llevaba al Diario”.
“Me gustaría remarcar -destacó con dolor- que me quedaba un poquito más y al vehículo también le quedaba, pero está la intimación y que no vale la pena poner de quién fue la decisión, y no me queda nada más que agradecer la amistad que me brindó mi ciudad”.
Al contar sobre cómo estuvo hecha la lanchita, expresó: “Tenía la idea de hacerla en el año 89. Pero me gustaría remarcar que desde el año 82 yo ya venía trabajando con niños en el transporte escolar y todo eso me llevó a esta idea, que se inició con el Trencito de la alegría, primero y luego la lancha. Esa estructura es de una camioneta, con el motor de una camioneta y está hecha con caños estructurales y maderas de machimbre para cuarenta, cuarenta y cinco niños. En todo el proceso estuvo revisada, controlada, habilitada y con seguro, que era caro, y con una revisión como los remises que van todos los meses, pero esto era un proceso que se cumplió, se recorrió mucho, porque hacer 3000 cumpleaños en ese tiempo no es nada poco, y repito que esos niños ya alcanzaron a ser dos generaciones”.
Cuando se le pidió un mensaje a la gente que confió en él, expresó: “Esto lo dije hace muchos años en una entrevista en EL HERALDO donde destacaba a la familia que no la dejara pasar a los niños la posibilidad de disfrutar en la edad justa, porque considero que el niño y las niñas con la educación de la escuela y la educación del hogar seguramente serán hombres de bien y además me gustaría agradecerles a ustedes, a mis amigos que me avalaron en esto, a Ángel Cardozo y su gente.
El tiempo ha transitado -dijo- y me gustaría cerrar con un poema que dice: Tengo que decirte adiós, en silencio y sin nombrarte, pues ya no puedo bancar a pagar tan duro precio, sabemos que fuimos necios, que todo fue una locura, queda en oca esa amargura que llevamos compartida, que nos brindó el camino y es solamente el destino que nos lleva a esto, gracias”.
Fuente: El Heraldo