«Esta persona hoy vive en París y no era menor de edad, tenía 18 años, pero denuncia abuso», dijo el abogado Martín Apolo, quien también representa al primer denunciante, Adrián Alfredo Molina.
El conductor Alejandro Wiebe, conocido como Marley, recibió una nueva denuncia por abuso sexual que fue enviada al Juzgado Criminal y Correcional 59, y la investigación, a cargo de la Fiscalía N° 3 de la Ciudad de Buenos Aires. La supuesta víctima relató en el documento que el hecho ocurrió en 2008 cuando él tenía 18 años. “Me llevó años en comprender lo que me había sucedido, años en entender que había sido un abuso sexual, años procesar el daño psicológico”, manifestó.
Cómo lo contactó
Se trata de la segunda denuncia que se registró en la Justicia contra Wiebe. Según relata, se encontraba habitando en la casa de su abuela, en la ciudad de Paraná, donde estudiaba piano y esperaba que su carrera «despegara». Por esta razón, se contactaba de forma constante con periodistas, diarios, revistas y conductores.
«Tenía una carrera sólida, internacional y presentaba grandes cualidades musicales. Quería darme a conocer, para poder realizar una gira de conciertos de música clásica, lo que era mi pasión. Eso me llevó entre otras personas, a contactar a Alejandro Wiebe, por la red social Facebook», manifiesta el denunciante según publicó C5N.
De todas maneras, 16 años más tarde, asegura que no tiene acceso a la cuenta «porque no recuerdo la contraseña y porque cuando quiero ingresar, me solicita verificar mi identidad mediante la validación de un número de teléfono que tampoco poseo y/o de un correo electrónico del cual tampoco tengo posibilidad de acceder», añadió.
El joven pidió una reserva de sus datos y reveló que su vínculo comenzó siendo virtual y que, por la buena onda que generaron, se tomó un vuelo desde Santa Fe hacia Buenos Aires, donde lo esperaba el conductor.
A la hora de relatar los hechos, la segunda presunta víctima contó que Marley lo invitó a su casa de Buenos Aires (mismo modus operandi acusación de Adrián Molina, que lo denunció por el delito de corrupción de menores), luego de varias charlas por redes sociales y el joven viajó hacia la capital entre otoño o invierno del 2008 (dice no recordar bien, ya que el hecho ocurrió hace 16 años, pero sí señala que «hacía frío y oscurecía temprano», razón por la cual puede ubicar los hechos en tiempo y espacio).
El conductor se acercó hasta Aeroparque con su auto, «creo que era un Audi o un BMW, con vidrios polarizados» y se dirigieron a un barrio cerrado en Don Torcuato. «Estaba súper nervioso, fuimos hablando de temas vagos. No recuerdo exactamente de lo que hablamos, en términos reales», indicó.
Al llegar al domicilio, el hombre hizo una detallada descripción del ingreso, el living y de cómo estaba compuesto. «Empezamos a hablar, estaba muy nervioso, no sé si por la impresión de estar adelante de él, una persona tan importante o porque tenía la sensación de que algo no estaba bien, quizás ambas», apuntó.
“Pasaron 16 años, mi memoria puede fallar en las fechas y en algunos datos, pero lo que no olvidaré jamás es el hecho de abuso”, relató la víctima en el documento que se presentó en la Fiscalía.
Allí, ocurrió el abuso que describió como: manoseos, masturbación y además, lo obligó a realizarle sexo oral. «No me sentía cómodo, pero insistía (…). Recuerdo que me sentía súper incómodo y demasiado nervioso, no podía hablar. Yo no sentía absolutamente nada, no estaba excitado, solo quería que esa situación terminara».
Y añadió: «Los recuerdos de esta situación son borrosos o vagos, me cuesta recordar con detalle lo que pasó (…). Desconozco cuánto tiempo pasé en su casa, pero no tiene que haber sido más de dos horas… Las dos horas más eternas que viví», afirmó.
«Me sentía sucio, sentía asco»
Posteriormente, según describe en la denuncia, lo llevó a la casa de una tía que vivía en Capital Federal en ese momento. «El viaje fue prácticamente sin hablar, me bajé del auto y se fue (…). Entré y lo primero que hice fue bañarme, pasé mucho tiempo bajo del agua. Me sentía sucio, sentía asco, me sentía mal conmigo mismo», manifestó.
No volvió a tener contacto con Marley ni pudo volver a escribirle, a pesar de haberlo intentado. «He querido insultarlo, preguntarle por qué, pero no pude», concluyó.
Si bien sabe que la causa está prescripta por lo dispuesto en el Código Penal, el denunciante quiere utilizar su derecho a denunciar, «alzar mi voz y rogar que esto no vuelva a suceder nunca más».
La denuncia se dio a conocer a través de C5N, donde se leyó lo que decía el documento. Por ello, se comunicó con el abogado de Molina, para conseguir ayuda legal. «Solicito la realización del proceso a efectos de determinar la verdad de lo que me ha sucedido y me damnifica», sentenció ante el pedido de Juicio Por la Verdad.
“Me llevó años comprender”
Sobre el cierre, el hombre de Paraná que actualmente, vive en París y tiene 34 años, representado por el abogado Martín Apolo, solicitó que se requiera a la empresa Facebook «el acceso y datos del usuario (…), así como también las comunicaciones entre el usuario y Alejandro Wiebe»; además de la intervención del Cuerpo de Médicos Forenses de la Justicia Nacional, para la realización de pericias psicológicas y psiquiátricas sobre la víctima para «determinar las secuelas» que le causó el abuso y la ratificación de la denuncia a través de un medio tecnológico, por su lugar actual de residencia.
Un dato no menor es que envió la denuncia el miércoles, luego del testimonio de Adrián Molina. Buscó información y se comunicó con el mismo abogado que la supuesta primera víctima y lo representará, Martín Apolo. «Me llevó años comprender lo que me había sucedido, años en procesar el daño psicológico que me causó”, indicó.